lunes, 29 de octubre de 2012

(6) Del "piedrazo", Garzón y los campos de Acheral


Un poco porque sí, en Tafí (del Valle, que hay otro Tafí), descubrimos los motivos por los que es tan apreciado por los tucumanos: cuando en Tucumán hace 40º aquí están a 25º. 

Por ese relajo que nos invadió al llegar Alfonso cogió la hamaca con ese gusto que se le aprecia a primera hora de la mañana del día 29.Sin embargo, a la manaña siguiente, Juanma tuvo la mala pata de trastabillar y para no romper una construcción artística de los caseros hizo un giro raro con su pierna izquierda.Consecuencia, un latigazo doloroso (el traumatólogo lo calificó de "piedrazo") y gran dificultad para andar.Los dueños de la casa nos aconsejaron ir al hospital de Tafí y allí nos dirigimos.

Aunque en España valoramos, con motivo, nuestra seguridad social, a veces es una buena cura de humildad conocer otras. Llegamos, en un minuto estábamos en manos de un traumatólogo que diagnóstico rotura de un tendón, el plantar delgado, y la gran suerte de que no fuese el talón de Aquiles que hubiera supuesto operación urgente. Por tanto todo se quedó en una venda, analgésicos y un poco de paciencia. Ah!, y todo gratis y sin preguntar quiénes éramos. 

En la foto superior saliendo de la farmacia para comprar lo prescrito.Así que resuelto el incidente, que solo supuso una limitación para andar un par de días, seguimos con nuestro periplo.
 
 Hicimos un circuito por los alrededores de Tafí, comenzando con la escultura de este cóndor, que tienen mucha historia.



Hicimos un paseo por carreteras de ripio (sin asfaltar) por una serie de lugares donde se fabrican productos de forma artesana. Así recalamos en la estancia Las Carreras, fundada por los Jesuitas en 1779, aunque unos años después fueron expulsados siguiendo la estela de España.


Desde entonces es una explotación agraria propiedad de una familia acomodada de Tucumán que la mantiene generación tras generación. Se dedican a fabricar quesos de vaca siguiendo la fórmula del manchego que llevaron los Jesuitas. A todo el que se acerca le explican detalladamente el proceso y tienen allí 90 vacas.


En la imagen la estancia en 1910 y para que quede clara la situación, ahora se llega en carretera de ripio pero hasta 1949 solo se podía acceder a caballo.


Además de las vacas tienen otros animales, como estas llamas.


Y en la imagen superior la degustación de los cuatro quesos que fabrican, que estaban ricos.


Y esa es la carretera de ripio, aceptable pero que obliga a circular con lentitud. Suponemos que con lluvia será mucho peor.


En el centro del valle de Tafí existe un lago, más bien una represa, la Angostura, de gran extensión.

También exhiben unos menhires encontrados en la zona, que fueron trasladados al punto de exposición sin demasiados controles.


Y tras la mañana de médico y circuito campestre en Tafí pusimos rumbo a Tucumán por la reserva natural de Sosa, con cierto trabajo porque es una carretera de montaña y estaba en obras. Cada poco nos paraban y  hubo que circular con precaución dadas las pendientes y los barrancos, aunque el paisaje era subtropical.

Al salir de ese desfiladero llegó la sorpresa en un pueblo sin aparente interés llamado Acheral. Feli había leído en su guía que existía una muestra de Atahualpa Yupanqui y tras algunos esfuerzos lo encontramos. Disfrutamos de un rato de los que no se olvidan.


Lo atendía Miguel y además de encargado era un enamorado de Don Ata, como lo llamaba en todo momento. 

Nos explicó su vida con detalle, encontramos carteles de dos actuaciones suyas en Santiago de Compostela y vimos un vídeo resumen de su trayectoria, difícil trayectoria que incluyó exilio, torturas y también un gran reconocimiento internacional.Así que nos despedimos de Miguel, de Acheral (localidad que aparece en su conocida canción Luna tucumana) y pusimos rumbo a Tucumán para devolver el coche de alquiler.


En la estación de buses tomamos un ídem para viajar toda la noche hasta Mendoza: habíamos cogido la clase vip y mereció la pena. Es un tipo de autobús que por aquí no existe: Solo tres asientos por fila y el doble de espacio de lo normal, con lo que se convierten en cama.


Arriba está la muestra, y también te dan de cenar y desayunar.


Dormimos estupendamente pues los asientos se aislan para tener una cierta intimidad.
Esta es la calle de nuestro hotel en Mendoza, con un monumento dedicado por el Estado de Israel.


Y una vez en Mendoza, todo el día para disfrutar de esta ciudad famosa por sus vinos y de la que teníamos noticias por nuestros amigos Paco y Víctor, que cursaron aquí en el pasado sus especialidades de medicina.

No teníamos grandes expectativas pero la ciudad (120.000 habitantes y 800.000 incluyendo su cinturón metropolitano) nos encantó: muchos árboles, acequias por casi todas las calles (hay un cierto peligro para peatones y coches) y más limpieza urbana que en otros sitios.


El vino de Mendoza está presente por todos los lados, incluyendo esa fuente "roja" en una de las calles.


Cuenta también con varias plazas llamativas y el de arriba es, como no, el monumento a la independencia.

Tras un rato de paseo nos dirigimos al parque San Martín, una especie de Casa de Campo madrileña (tienen 400 hectáreas de extensión) del que nos había hablado maravillas Ogadenia, la mujer de Víctor, que vivieron aquí unos años.


Buscando donde comer en el extenso parque terminamos en el club Las Terrazas del Lago, abierto a no socios. y fue una suerte. Comimos bien en una terraza sobre el lago (¡claro!) disfrutando de un buffet libre, del paisaje y de una temperatura fresca. El camarero inmortalizó el brindis que hicimos dedicado a Paco y a Víctor, de los que nos acordamos todo el día.


Esta es la imagen exterior del club, que tiene nada menos que 18.000 socios.

La comida fue calmada y tranquila, ya que hasta las 8 de la tarde no teníamos otro plan, ya veréis por qué.


Por ese motivo recorrimos algunos rincones del parque y de la ciudad, desplazándonos en taxi, que aquí son baratos para nosotros (otras muchas cosas, como los hoteles, para nada).

Y a las ocho de la tarde nos dirigimos en taxi a la Universidad, ya que le daban el doctorado honoris causa a un español conocido. Lo leímos en un periódico por la mañana y como era nuestro único día en Mendoza decidimos acudir.

¿Lo habéis reconocido, a la izquierda, saludando a Juanma?

Sí, es Baltasar Garzón que ese día completó su 24 doctorado honoris causa y que arriba saluda a Alfonso y a Ana. El acto fue largo. Incluyó una actuación del coro de la Universidad, los himnos de Argentina, España y la Universidad y discursos de un profesor, la decana de Ciencias Políticas (nieta de un republicano español), del rector y de Garzón, que se extendió con un parlamento bien estructurado. Dijo que estaba fuera de la judicatura "por el momento", mostró su disgusto con la situación que atraviesa y recibió entusiastas aplausos y elogios de los cientos de presentes por su lucha por una justicia universal contra los genocidas, en favor de los derechos humanos. Su decisión de enjuiciar hace 15 años a las juntas militares argentinas y su orden posterior de detener a Pinochet lo han convertido en un héroe para los demócratas sudamericanos. Lo comprobamos de primera mano. También había una representación de las Nadres de la Plaza de Mayo.
 
 Fue un interesante complemento de un día de vacaciones en Mendoza, además de una excepcional casualidad.Bueno, y la ruta sigue. Mañana salimos para Chile atravesando los Andes. 

2 comentarios:

  1. Claro, nos dedicamos a escalar y luego nos dan "piedrazos". Si es que...
    Flipo con el bus!! Así cualquiera viaja de noche, qué chulada!
    Y qué casualidad lo de Garzón! Seguro que érais los únicos tourist-frikis!
    muaaaaaaaaaa

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  2. Juanma, tío, ¡cómo sufrimos los esforzados turistas!. Y que poca gente lo reconoce.

    Anda, cuídate.

    Alvaro

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