miércoles, 31 de octubre de 2012

(7) Visita relámpago a Santiago de Chile

 Giro de 90º en nuestro viaje. Tras diez días deambulando por Argentina optamos por acercanos a la vecina Chile, una excursión que nos apetecía sobremanera. No teníamos claro si los chilenos, y su país, serían un calco de Argentina y tratábamos de intentar descubrirlo. De la excursión chilena nos atraía especialmente cruzar los Andes.
Tomamos el Rápido en la estación de Mendoza a sabiendas que el viaje era largo (unas 6 horas) para unos 350 kilómetros, pero la carretera, los Andes y un enrevesado cruce fronterizo lo explican.

 Y así, al cabo de un rato, nos topamos con el Aconcagua, casi 7.000 metros y el pico más alto de América. 
 
Las fotos dan sólo una idea aproximada del espléndido paisaje de la cordillera, en un día despejadísimo, cosa bastante poco habitual, ya que las nubes suelen  impedir la visión de las montañas.






 Disfrutando de un paisaje maravilloso llegamos a la frontera, denominada Los Libertadores, un edificio aviejado donde cohabitan los aduaneros y policías de ambos países. 



Allí los viajeros se vuelven locos para aclararse y encontrar los puntos de control, pero en nuestro caso los conductores velaron por nosotros. Bajamos todos, bajaron los equipajes, se revisaron y vuelta a la carretera. Eso sí, todo el mundo amable y en castellano, lo que ayuda un montón.El único problema puntual es que Fely salió de la veraniega Mendoza en sandalias y con ropa ligera y en la frontera, al bajar,  hacía un frío horroroso......
A partir de este momento descubrimos lo peliagudo que es atravesar los Andes y nos acordamos de los conquistadores y similares. Empezó un descenso de vértigo, como se aprecia en la foto siguiente.

El bus circuló a paso de tortuga lo mismo que docenas de camiones, y llegamos a Santiago sin incidencias. Al día siguiente oiríamos en la tele que un bus de esta compañía haciendo el viaje de regreso (¿el nuestro quizás?) volcó ya en zona argentina y hubo cuatro heridos. 

Un rato después de la llegada estábamos en nuestros preciosos apartamentos en un barrio chulo de Santiago, Las Condes, que ofrecía la vista de la imagen superior desde el piso 16.

Estaban muy bien y la pena fue que sólo los usamos para dormir, pero nos alegramos de poder desayunar como en casa tras tantos días de hotel.
 Y rápidamente a descubrir Santiago, una megalópolis de 8 millones de habitantes, casi la mitad de los 17 millones del país que nos sorprendió bastante: limpia y agradable como ciudad .


Por supuesto, la primera visita fue al palacio de La Moneda, en recuerdo del presidente Allende, que prefirió suicidarse 39 años antes para no caer en manos del golpista Pinochet. Queríamos visitarlo pero sólo se puede hacer gestionándolo previamente, así que otra vez será.


En un extremo de la plaza, por la parte de atrás del palacio, se encuentra su estatua, pero el paisano que nos sacó la foto "decapitó" al recordado presidente. Qué le vamos a hacer. Toda la plaza está vallada y llena de policías, lo mismo que la ciudad, o al menos las zonas céntricas que visitamos. Apabulla un tanto al viajero ver a carabineros en grupos, con perros, con chalecos antibalas, debe ser una ciudad segura.


 El primer día nos movimos por la zona de la Moneda y llegamos a la plaza de Armas,el punto clave de la ciudad con su majestuosa catedral y los demás edificios de la época colonial con algunos ultramodernos por el medio. El conjunto, con varias calles peatonales animadísimas y un comercio de bastante nivel, es de lo más atractivo.


Al día siguiente comenzaba un megapuente y Santiago hervía de gente y animación. Junto a la catedral, iniciada hace casi 500 años, pero donde se han sucedido 5 templos distintos (el actual data del siglo XVIII) alguien tuvo la idea de colocar un rascacielos de cristal... 


Inicialmente se llamaba Plaza Mayor, al estilo castellano, pero a los seis meses de su fundación fue atacada por los indígenas y se reforzó su carácter militar y pasó a denominarse Plaza de Armas. Ha tenido diferentes configuraciones y ajardinamientos en su dilatada historia.

En la zona central, sin embargo, no había muchos restaurantes y al final un paseante nos envió a uno  llamado El Novillero, especializado en carne, que nos gustó y a buen precio.

La vista nocturna desde nuestro apartamento, en el piso 16. Una pasada.
Al día siguiente salimos pronto de casa y no regresaríamos hasta 12 horas después un tanto molidos. Es lo que tiene la vida del Homo Turisticus, que cansa un montón, pero como es voluntario, no hay a quien quejarse. 


Iniciamos nuestro periplo delante de la estación central, una atractiva terminal construida como tantas en el mundo con hierro. Desde allí nos dirigimos al cerro de San Cristobal, que ofrece una panorámica espectacular de la ciudad que lo rodea completamente.
 
Apabulla ver una urbe tan extensa. Por cierto, los coches privados tienen que pagar para entrar y si no se quiere subir andando unos 6 kms hay un grupo de taxis dedicados a realizar el servicio al módico precio de 1,8 euros por persona (y otro tanto para bajar) pero no salen hasta completar las cuatro plazas del aforo.

 Después de comer por la zona de Bellavista, llena de locales, tiendas y recunchos con cierto aire bohemio, en un sitio en el que había que hacer cola, el Galindo (la comida lo merecía y estaba a tope de gente,) visitamos la casa museo de Pablo Neruda, una de las tres existentes en Chile (las otras dos en Valparaíso e Isla Negra, esta última la principal).


 El restaurante de la foto inferior no fue en el que comimos, pero nos llamó la atención la fachada.

 La visita fue muy interesante, como no podía ser de otra forma tratándose de una de las moradas de un personaje como Neruda, que además de premio Nobel tuvo una existencia de lo más agitada (quien lo dude, que lea Confieso que he vivido).

 Las visitas son forzosamente guiadas y el encargado era un enamorado y un estudioso de Neruda, y eso siempre se nota. Se llama "la Chascona" , por el pelo de Matilde, la mujer por la que construyó la casa que fue su amante primero y mujer después durante 23 años. Chascona viene a significar algo así como despeinada o de pelo alborotado, como se representa aquí.




Nos sorprendieron los paralelismos con Atahualopa Yupanqui, cuya historia teníamos reciente: vivieron en la misma época, ambos fueron comunistas e hijos de ferroviarios y tuvieron un solo hijo.

La casa está llena de recuerdos del escritor obtenidos en sus viajes y en su vida por numerosos lugares del mundo como embajador chileno, pero no se podían hacer fotos. Tenía las dependencias separadas: comedor en un lado, salón y dormitorio en otro, un bar para reuniones con amigos en otro...
 Lo más curioso es que no se llamaba Neruda; en realidad era Neftalí Reyes, pero como su padre no quería que fuera poeta, pensando que se moriría de hambre, buscó este seudónimo tomado del nombre de un poeta checo. Con más de 40 años se cambió legalmente a Neruda en una campaña política para aprovechar su popularidad.


Este dibujo forma parte de una exposición sobre la artista y cantante Violeta Parra y fue realizado por ella. La visitamos en el centro cultural construido bajo la plaza de La Moneda.


Y antes de acabar la tarde completamos la visita a Santiago reuniéndonos un ratito con André, el hijo de nuestros amigos, Marga y Mati, que lleva desde julio en la ciudad haciendo un curso de su carrera de Arquitectura. Fue una gran alegría para nosotros ya que conocemos a André desde pequeño y no tiene previsto volver a España hasta dentro de un año, más o menos. Nos contó su vida aquí y sus perpectivas de futuro, y pasamos juntos un buen rato.

Y tras dejar a André hicimos una buena caminata viendo Providencia, un barrio interesante, y nos retiramos a descansar. Mañana iremos a Valparaíso y al día siguiente a Pucón, en el sur, desde donde cruzaremos de nuevo a Argentina.

2 comentarios:

  1. Ya veo que alguno rompe las piedras,y después es una buena excusa para ver a Garzón.
    Lo de pasar asi los Andes no tiene merito hay que hacerlo a pie y andando,se os perdona porque no teneis mucho tiempo.

    ResponderEliminar
  2. Qué fuerte lo del bus que volcó...menos mal que no hubo muertos, y que no os tocó a vosotros!! Me encantan las fotos de Santiago de Chile, qué ciudad tan acogedora y bonita! y qué punto que viéseis a André, qué mayor ya, madre mía...(bueno, es lo que hay, no?) jeje
    besitos,
    mañana te hecho la lotería, papá, ya ves que me lo tomo en serio, y además veré si las pasadas semanas te ha caido algo,que lo mismo somos millonarios y sin darnos cuenta...:))

    ResponderEliminar

Di lo que te plazca....