jueves, 8 de noviembre de 2012

(10) Perito Moreno en dos palabras: ¡ Im presionante!


 

"Olvide todo lo que haya podido ver sobre el glaciar", dice la guía Michelín. Y tiene toda la razón. El Perito Moreno impacta cuando se le divisa y de nada sirve haberlo visto en fotos, películas o dibujos. Es diferente, muy diferente. Apabulla. A pesar del frío, podrías pasarte horas contemplándolo, escuchando los truenos que provocan sus desprendimientos.


Y el caso curioso es que la foto siguiente la hicimos desde el avión de llegada desde Bariloche. 

El comandante se enrolló cual avezado guía turístico y retrasó el aterrizaje un buen rato (íbamos con adelanto) mostrándonos desde el aire el Perito Moreno, el Cerro Fizt Roy y algunas otras maravillas, ante nuestro asombro. Le felicitamos con un caluroso aplauso al aterrizar.
El caso es que esta mañana, cuando nos acercábamos al Perito, a unos 80 kms de El Calafate, íbamos algo excitados preguntándonos quién lo vería primero. La primera parada y contemplación fue en "El mirador de los suspiros".


 Nos parecía increíble estar allí.


De entrada, las cifras para situarnos: El Perito Moreno tiene 30 kilómetros de largo, sí, 30, y una media de 8 de ancho. En total 250 kilómetros cuadrados, casi nada. Calcular sobre alguna extensión que tengáis a mano: por ejemplo, más que duplica la extensión del término municipal de Vigo.


Pese a ello, es un glaciar normalito aquí, ni mucho menos el más grande, pero sí es el más famoso y lleva el nombre de su descubridor, un auténtico héroe en la Argentina, el perito Francisco Pascacio Moreno. Sus 50/70 metros de altura desde el agua (más otros 159/170) bajo la superficie nada tienen que hacer frente al Upsala, que lo triplica en extensión y de mucha mayor altura. Tanta, que bajo el agua alcanza los 700 metros.


 Si se ven pocos turistas en las fotos no es de extrañar: Aquí viene mucha gente y El Calafate vive del turismo, pero ahora es temporada más bien baja y buscamos un horario alejado de la mayoría. Resultado: estuvimos casi solos todo el rato.

Además de pagar la entrada del parque nacional de Los Glaciares (que en un año ha pasado de 60 a 100 pesos argentinos, viva la inflación) nos subimos al barco que te lleva a unos 300 metros de la pared de hielo. La impresión es fortísima. Piensas que te acercas a una masa de hielo blanca y no es así. Tiene muchos tonos y en sus miles de grietas se divisan  azules de todo tipo, y eso ocurre en los días en que está cubierto, como ocurrió hoy, que son los más convenientes para visitarlos. El caso es que, finalmente, la jornada nos deparó de todo: nubes, sol y hasta nieve y ventisca. Pudimos ver el Perito desde todas las perspectivas.

 Éso sí, la temperatura fue baja todo el día e incluso fue empeorando. Por eso vamos tan abrigados, y con el viento patagónico (una condena, no para nunca) y la velocidad del barco la sensación térmica es bajísima.



Una vez cerca de la pared te dedicas a mirar, embobado, y cada poco se producen desprendimientos de hielo. Provocan ruido sordo, como un trueno fortísimo o un disparo de cañón, Después el hielo cae, se genera una ola y el pequeño (o no tan pequeño iceberg) se dedica a pasear por el lago Argentino, en el que se encuentra el glaciar. 


En esta zona el agua está todo el año a 4/6 grados de temperatura, con lo que no se deshacen en mucho tiempo.


La segunda parte de la visita consistió en recorrer la red de pasarelas situadas a muy poca distancia del glaciar, y que permiten contemplarlo desde muy distintas perspectivas y también desde la parte superior. El frío fue aumentando e incluso nevó, pero aguantamos muy gustosos.


Arriba, un trozo de hielo del glaciar. Los desprendimientos son la causa de que el barco no se acerque a menos de 300 metros de la pared. Según los expertos, a menos distancia un bloque grande de hielo podría generar problemas al catamarán. No obstante, es una distancia suficiente, y en el caso del Upsala el riesgo es mucho mayor y no se acerca a menos de 1.000 metros.


También nos enteramos de la causa de esas vetas negras en el hielo: los glaciares crecen de abajo a arriba y por ello suben trozos manchados de tierra.


La foto inferior permite comprobar la gran cantidad de hielo desprendida y las irisaciones azuladas que salen del interior del glaciar. Pese a las pérdidas, el Perito Moreno no disminuye e incluso crece algo todos los años. En principio no está en peligro.


A lo largo de las horas que estuvimos hoy allí se produjeron unos cuantos desprendimientos. Previamente se agrieta, se forman huecos, como este, y luego cae, aunque no es posible preverlo. Cuando lo ves es un espectáculo, aunque otras veces oyes el ruido y al localizar el punto exacto ya está en marcha el alud.

Aunque no lo habíamos leído ni nadie nos los advirtió, al final descubrimos que el Perito tiene digamos dos frentes: el glaciar llega a un ancho brazo del lago y los cruza, llegando al lado contrario; por tanto, puede verse por ambos laterales, adonde acuden los barcos, y las pasarelas están en el lado de enfrente pero a pocos metros del final del glaciar. 


El punto de conexión con tierra es el lugar donde se produce a veces un espectáculo: la presión del agua fuerza la creación de un arco para dejar paso al lago y que pueda unirse y cada pocos años el arco se hunde. Las fotos que hemos visto de este fenómenos son espectaculares. La última vez fue en el 2008.

Y junto al glaciar, montañas nevadas a partir de la mitad de la ladera.


La jornada anterior habíamos dado una vuelta por El Calafate preparando las actividades de los días que vamos a estar aquí (hasta el domingo) y viendo la localidad, que no tiene interés pero tampoco es fea. Todos son hoteles, tiendas, agencias de viajes y actividades y similares, con una población que soporta temperaturas heladoras en su invierno (nuestro verano) de 20 bajo cero y más, pero parece que entonces no sopla el viento, por fortuna para ellos. Desde la habitación de nuestra Posada, sencillita pero muy agradable y, sobre todo, calentita, tenemos esta vista del Lago Argentino.




Las casas son casi todas bajas o de poca altura, y a la entrada de las oficinas del parque nacional Alfonso quedó inmortalizado junto a la estatua de un antiguo vigilante con su atrezzo.

Hoy, antes de ir al Perito con nuestro coche alquilado, lo que nos da libertad de movimientos y horario, dedicamos un rato a recorrer la laguna Nímez, junto a El Calafate.

  
Es una reserva de aves con un perímetro de dos kilómetros. Nos acompañó un estudiante de turismo como guía, explicándonos los distintos hábitats. 

Hay de todo, patos, zancudas, gallinaceas y hasta rapaces. Estas últimas, gavilanes, nos llamaron mucho la atención y también los flamencos.
 

 En esta zona también hay muchos calafates (arriba), la planta que da nombre a la localidad. Es un arbusto que llega a alcanzar un gran tamaño y que protegía del viento a los primeros pobladores, que agradecidos tomaron el nombre. Da un fruto parecido a la grosella que se come y sirve para hacer dulces y mermeladas.

 Aquí uno de los muchos gavilanes de este humedal.
 

 Por la mañana hacia sol y temperatura suave, pero el viento nos trajo en jaque.

Pero la contemplación de los flamencos bastante de cerca compensó el esfuerzo.

 El cierre de la jornada completó un día estupendo: cenamos en un restaurante celebrado en los foros de viajeros y mereció la pena. Se llama El Cucharón, alejado de los habituales, centrados en la carne, las pastas y la trucha congelada. En la imagen, los postres que tomamos: un Volcán de chocolate y una tarta de manzana con helado. Excelentes.




Y mañana, para seguir nuestra dura y sacrificada vida de turistas, nos vamos al Chaltén, a unos 200 kms de aquí, pero en línea recta y sin ripio, a ver otro glaciar enorme, el Viedma y, si es posible, el cerro Fitz Roy.


6 comentarios:

  1. Carrallo que frio da veros,un buen sitio para el baño de primero de año.Espero que vuestros comentarios no los lea Abel Ramón porque comparar algo con Vigo y decir que es más grande,creo que el faraon lo consideraría desafortunado y quizás se le ocurra humanizarnos con un glaciar.
    Seguir disfrutando ,que nosotros lo hacemos en la distancia y sin frio.

    ResponderEliminar
  2. ¡Me lo temía! ¡Me lo imaginaba!
    ¡Estaba temiendo la aparición de esta entrada en el blog!

    Definitivamente, me he resistido, pero no lo puedo evitar: ¡¡os ooodioooo!!

    Información actualizada: El último derrumbamiento del puente fue en marzo de este año. ¡¡Que algo bueno tenía que tener mi esclavizante trabajo!!

    Venga, a seguir pasándolo bien y dándonos envidia.
    Besitos

    ResponderEliminar
  3. Se os ve cara de pelete eh!!!!! Mami mi abrigo te queda "peritas tronca" :-).
    jajajaja. Mú chulas las fotos. Parece un sitio incredible mai friend!!!
    besitoooos

    ResponderEliminar
  4. SOBRE VIAJEROS, TURISTAS Y PASAVOLANDOS.

    Una línea difícil de trazar es aquella, imaginaria, que separa la condición de viajero de la de turista. Además y para más inri es una divisoria absolutamente inestable y siempre condicionada a la actitud, al estado de ánimo, del día a día itinerante. Una grosera prueba del 9 sería decir que el turista nunca está solo y suele fotografiar antes que observar y que el viajero huye de la aglomeración como del CO2 a la vez que ama el pasar inadvertido. Pero aborrecer las multitudes y los lugares 'famosos' no es tampoco garantía ninguns de calidad.
    Las valoraciones, en este caso, son siempre (siempre) injustas e innecesarias; por encima de todo está la propia razón y la libre elección de cómo enfocar los viajes que, en todos los casos, enriquecen. Mucho más si son en buena compañía, factor importantísimo. Si la compañía se permite largos silencios ocasionales, no embarazosos, espontáneos, confortables, es señal de calidad suprema como la de Turrones El Lobo. Y la intimidad que se consigue compartiendo viaje puede ser mayor en dos días que en dos años de conocimiento. Un peligro, claro.

    La virtud no está obligadamente en ninguna de los dos conceptos, turista o viajero. La virtud no está nunca fija en parte alguna. Es, afortunadamente, de naturaleza efímera.

    Un abrazo.

    C.C.

    ResponderEliminar
  5. Papá es la primera vez que te veo con las manos metidas dentro de las mangas!! es que se te ha ocurrido ir sin guantes?
    impresionantes las fotos,
    bess

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La explicación es sencilla: siguiendo los habituales principios... ¡fui el único que no llevé guantes!

      Eliminar

Di lo que te plazca....